martes, enero 02, 2007

Castro y Aguirre


Yo he sido uno de esos miles de sorprendidos con la noticia de que un médico de la Comunidad de Madrid ha acudido a la llamada de Castro. No sabemos si para operar, simplemente para supervisar la operación, o cualquiera de las múltilpes formas en las que un médico puede estar en contacto con un proceso clínico como el que padece el dictador.

Creo que hemos de deslindar dos supuestos completamente distintos, y que en cierta ceremonia de la confusión capitaneada por los medios del Régimen zapateril, han pasado desapercibidos. El primero de ellos es la visita del propio médico a la isla-prisión. El otro, y es el que hay que recalcar, el envío de material médico así como medicinas, para tratar a Fidel Castro.

Que un médico acuda a la llamada de un paciente me parece un gesto propio de la práctica médica. Cosa distinta es que tu paciente tenga el historial más sangriento de represión que conoce toda América Latina, superando con creces a indeseables como Pinochet, Stroessner, la Junta militar argentina o Duvalier. Y por supuesto, retrata a la perfección la bajeza moral y la abyección de ese matasano los comentarios jocosos, que podrá ser un genio en el campo de la Oncología, pero en el campo de la decencia, se encuadra entre la babosa y la rata almizclera. Bromitas con los dictadores, ninguna.

Y por otro lado, la cuestión del material médico y las medicinas. ¿Pero alguno es capaz de creerse que EE.UU. sería capaz de impedir a cualquier funcionario diplomático o consular de los que tiene a miles fuera de la isla el dictador comprar los citados medicamentos? El bloqueo es la mejor maniobra propagandística que tiene la dictadura cubana. ¿He tenido que financiar con mis impuestos las medicinas y material médico que van a permitir unos dias, quizás unos meses más, la vida de un carnicero? Y mientras tanto, el consejero Lamela y Esperanza Aguirre con una enorme sonrisa por sentirse, por apenas unas horas, el centro de la política internacional.

La decencia y el liberalismo adecuadamente escondidos por un par de minutos. De vez en cuando, Esperancita... la caga.


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