domingo, noviembre 13, 2011

Todos tenemos en la familia a un golfo

Muy buenas a todos:

En el escándalo Urdangarín tengo el corazón partido. He de reconocerlo: por un lado, es un perfecto ejemplo de como funciona España. Yo tengo un familiar/amigo/pariente con mucho poder y con su nombre, me aprovecho en mis relaciones con otros. Y si es ante las administraciones públicas, mucho más. Las subvenciones, contratos, convenios y demás trinques se hacen mucho mejor. El mejor ejemplo de todo esto (como no podía ser menos) fue Juan Guerra y sus cafelitos en la Delegación del Gobierno de Sevilla.

Y por otro lado, es evidente que este caso y su aparente reactivación mediática tiene un carácter de cortina de humo para desviar la atención sobre el caso Blanco que echa de espaldas. Siendo como ya es un cadaver político Pepiño Blanco, toda esta fanfarria mediática no tiene otra explicación que desviar hasta el 21-N el escándalo. Después RuGALcaba dejará caer a su "amigo" y a controlar el PRISOE desde una secretaría de organización afín. A las puertas del despacho del secretario general del PRISOE se agolpan Patxi Nadie, Carmencita Chacón y RuGALcaba, y son demasiadas personas para una única silla.

Pero el verdadero motivo de esta entrada no ha sido este caso, ni tampoco el "suspenso" de la Monarquía en la última encuesta del C.I.S., sino el LAMENTABLE artículo que el mamporrero de José María Zarzalejos, el fracasado director de ABC, perpetró hace algunos días en "El Confidencial".

Este sujeto, del que ya tenemos noticias de su carácter de lametraserillos de la Monarquía (Cortesano de Pacotilla), en su artículo "La Corona, el PSOE y el yerno del Rey", se lanza a una carrera de medias verdades y mentiras completas que convierte a Luís María Ansón en un ferviente republicano. Empieza su artículo con una frase para enmarcar:

En las monarquías parlamentarias, los Gobiernos de turno tienen la obligación de proteger al titular de la Corona y a su familia de sus propias torpezas e insuficiencias y ofrecer a la Jefatura del Estado un espacio institucional que la haga positivamente visible ante la opinión pública.

Después de esta gilipollez (no se me ocurre otra forma de calificar esta afirmación), se desliza peligrosamente en una serie de apreciaciones, que tiene como colofón esta "pieza intelectual":

Parte de este desgaste hay que atribuirlo al Gobierno, que no ha sabido gestionar la institución en los ámbitos que le son propios, ni detener actividades que podrían comprometer la transparencia de entorno del Jefe del Estado. El Ejecutivo y la Casa del Rey debieron propiciar que el consorte de la Infanta Cristina se dedicase a un trabajo transparente, pero no a hacer negocios. Cuando se le apartó de ellos -a través de Telefónica que lo empaquetó a la capital de EE UU- ya fue tarde.

Con un par. Aparte de otras muchas tareas, el gobierno del Bobo Solemne debía de enchufar a Urdangarín. Hay que desayunarse dos carajillos para tener el valor de escribir esto sin que se te caiga la cara de vergüenza. Como si el responsable de que el yerno del Rey se lo llevase, presuntamente crudo, fuera el morador de la Moncloa. El descrédito de la Monarquía... procede de la propia Monarquía y del comportamiento, en algunos casos, bastante cuestionable.

Este Zarzalejos, cuando se refiere al descrédito de la monarquía y a su suspenso demoscópico, por suspuesto no habla ni del silencio cómplice del Rey al Estatut catalán, ni las lamentables declaraciones del Príncipe sobre la decimosegunda tregua de ETA, ni en general, al silencio complice y encubridor del Rey en el desgobierno del Bobo Solemne. No. Sólo es el presunto chorizo del yerno del Rey lo que ha generado el descrédito de la más alta institución de la Nación. Por supuesto, ninguna de las ostentaciones de riqueza de nuestro actual monarca (p. ejem.:
"El Rey disfruta de la Fórmula 1 en Abu Dabi") han servido para ver a la Monarquía como una institución obsoleta.

Pero como siempre, este tipo de artículos tiene una finalidad. Y la de este la encontramos en el último párrafo:

...El nuevo Ejecutivo debe poner en su lista de tareas, la rehabilitación social y política de la Jefatura del Estado aprovechando la energía del cambio que implica y la renovación desde septiembre pasado en la Jefatura de la Casa del Rey en la persona del diplomático -hombre de probada valía y lealtad- Rafael Spottorno Díaz-Caro.

Se ve que este sujeto trata de hacer méritos con el nuevo director del cotarro.

Y solo una pregunta más: ¿qué piensa el Rey de un partido como el PRISOE, que cuando lo ha necesitado, ha puesto a la picota a su yerno sin el menor reparo, y por extensión, a la propia Instituciíon? Este Borbón piensa que borboneando podría conseguir cierta inmunidad frente a un republicanismo larvado de la izquierda. Lamentable.



Un saludo a todos


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