El desGobierno ZP nos roba la ilusión
Este desGobierno formado por bobos solemnes, por incultos que rayan el analfabetismo y por sectarios patológicos, pero manejado desde la sombra por cerebros perversos, especializados desde hace ya mucho tiempo en la manipulación, el adoctrinamiento, la conformación de la sociedad española hasta reducirla a una realidad que ellos querrían que fuese, pero que no es; este desGobierno es el más nefasto de la democracia.
Es el más nefasto por que nos roba, no ya sólo los recursos económicos, no sólo el orgullo de pertenecer a una Nación con un glorioso pasado y que, hasta su llegada, tenía un agradable presente y un prometedor futuro, sino que este desGobierno nos roba hasta la misma ilusión y la esperanza en el mañana.
Este desGobierno nos roba la ilusión en el mañana porque hasta el más cortito puede ver cómo se están colocando las bombas de relojería, las cargas de demolición que, en plan coherente con aquellas que estallaron en los cercanías del 11-M, pretenden destruir nuestra España en mil pedazos.
El explosivo empleado en estas cargas para la demolición de España no es diferente del de aquellas que reventaron a 192 inocentes, 192 compatriotas que sólo hacían lo que era su obligación: ir a trabajar como todos los días para ganarse honradamente el pan y el sustento de sus familias.
Y no es un explosivo diferente porque todo el plan pertenece a una misma “hoja de ruta”, la hoja de ruta de los que no sintieron ningún escrúpulo en matar y herir a cientos de inocentes con tal de satisfacer su infinita ambición de poder. Una ambición de poder que no respeta ninguna regla democrática, ni una sola mínima regla de humanidad, ni una sola de esas reglas de honor conocidas por “normas y usos de la guerra”, normas que (escritas o no escritas) humanizan esas guerras que ellos tanto dicen odiar, y que impiden masacrar a la población civil.
Pedir a esta jauría que conozca las reglas del honor, es mucho pedir para unas alimañas que desconocen el sentido mismo de la palabra honor: dudo mucho que figure en su particular diccionario.
Sin respetar ninguna norma, ninguna regla, ninguna ley, están dispuestos a imponer su particular visión de la sociedad, como sea, osea como sea. No importa a qué precio, no importa quién tenga que pagar la cuenta al final. No importa quién deba perdonar y olvidar, mientras otros practican la permanente memoria selectiva. No importa quién deba renunciar a sus derechos, mientras otros continúan reclamando nuevos e inventados derechos históricos. No importa la España que donemos a nuestros hijos y a las nuevas generaciones. No importa la decadencia moral ni el charco de mierda al que empujen a los más jóvenes, un charco de mierda en el que pretenden que se eduquen los hijos de las clases más humildes, puesto que sus hijos, los de la casta dirigente, perpetuada en el poder gracias a la mentira institucionalizada, esos irán siempre a las más selectas y elitistas escuelas.
Un viejo lema militar español reza “Dios, Patria, Honor y Sacrificio”. Todo ello, junto con nuestra memoria (la auténtica Historia, y no su memoria selectiva), todo nos lo quiere robar este desGobierno.
Los ataques laicistas a cualquier religión y a la integridad de la Nación no requieren explicación por resultar evidentes.
El expolio de cualquier clase de honor cuenta con diversos frentes. Es probable que al frente de su particular “Ministerio del Honor” pongan a Zerolo.
Respecto del sacrificio, no hay nada más nocivo que demostrarle a los que se esfuerzan por mejorar cada día, que su esfuerzo no sirve absolutamente de nada, al igualarlos a la baja con los vagos, los “listos” en el peor sentido de la palabra, los corruptos, los tramposos y los que hacen de la “ley del mínimo esfuerzo” su máxima en el día a día.
Tenemos en la cúspide del poder, allí donde en la antigua Roma sólo llegaban los más capaces y mejor dotados, tras recorrer sin mácula el “cursus honorum” (es decir, tras pasar por todos los niveles de responsabilidad de la sociedad romana), a un desGobierno de advenedizos formado por perfectos iletrados y cuyo mayor mérito es su irrefrenable ambición de poder.
La única ilusión de futuro que aún sobrevive entre los españoles de bien es la de desalojar a esta “partida”, lo antes posible, de un poder que “okupan” desde la “operación” del 11 al 14-M, y que están empleando sin complejos para destruir todo aquello que en España es digno de amor y respeto.
Confiemos en que podamos conseguirlo antes de que arrasen hasta los cimientos todo aquello que los españoles amamos y, por eso precisamente, llamamos Patria.
Es el más nefasto por que nos roba, no ya sólo los recursos económicos, no sólo el orgullo de pertenecer a una Nación con un glorioso pasado y que, hasta su llegada, tenía un agradable presente y un prometedor futuro, sino que este desGobierno nos roba hasta la misma ilusión y la esperanza en el mañana.
Este desGobierno nos roba la ilusión en el mañana porque hasta el más cortito puede ver cómo se están colocando las bombas de relojería, las cargas de demolición que, en plan coherente con aquellas que estallaron en los cercanías del 11-M, pretenden destruir nuestra España en mil pedazos.
El explosivo empleado en estas cargas para la demolición de España no es diferente del de aquellas que reventaron a 192 inocentes, 192 compatriotas que sólo hacían lo que era su obligación: ir a trabajar como todos los días para ganarse honradamente el pan y el sustento de sus familias.
Y no es un explosivo diferente porque todo el plan pertenece a una misma “hoja de ruta”, la hoja de ruta de los que no sintieron ningún escrúpulo en matar y herir a cientos de inocentes con tal de satisfacer su infinita ambición de poder. Una ambición de poder que no respeta ninguna regla democrática, ni una sola mínima regla de humanidad, ni una sola de esas reglas de honor conocidas por “normas y usos de la guerra”, normas que (escritas o no escritas) humanizan esas guerras que ellos tanto dicen odiar, y que impiden masacrar a la población civil.
Pedir a esta jauría que conozca las reglas del honor, es mucho pedir para unas alimañas que desconocen el sentido mismo de la palabra honor: dudo mucho que figure en su particular diccionario.
Sin respetar ninguna norma, ninguna regla, ninguna ley, están dispuestos a imponer su particular visión de la sociedad, como sea, osea como sea. No importa a qué precio, no importa quién tenga que pagar la cuenta al final. No importa quién deba perdonar y olvidar, mientras otros practican la permanente memoria selectiva. No importa quién deba renunciar a sus derechos, mientras otros continúan reclamando nuevos e inventados derechos históricos. No importa la España que donemos a nuestros hijos y a las nuevas generaciones. No importa la decadencia moral ni el charco de mierda al que empujen a los más jóvenes, un charco de mierda en el que pretenden que se eduquen los hijos de las clases más humildes, puesto que sus hijos, los de la casta dirigente, perpetuada en el poder gracias a la mentira institucionalizada, esos irán siempre a las más selectas y elitistas escuelas.
Un viejo lema militar español reza “Dios, Patria, Honor y Sacrificio”. Todo ello, junto con nuestra memoria (la auténtica Historia, y no su memoria selectiva), todo nos lo quiere robar este desGobierno.
Los ataques laicistas a cualquier religión y a la integridad de la Nación no requieren explicación por resultar evidentes.
El expolio de cualquier clase de honor cuenta con diversos frentes. Es probable que al frente de su particular “Ministerio del Honor” pongan a Zerolo.
Respecto del sacrificio, no hay nada más nocivo que demostrarle a los que se esfuerzan por mejorar cada día, que su esfuerzo no sirve absolutamente de nada, al igualarlos a la baja con los vagos, los “listos” en el peor sentido de la palabra, los corruptos, los tramposos y los que hacen de la “ley del mínimo esfuerzo” su máxima en el día a día.
Tenemos en la cúspide del poder, allí donde en la antigua Roma sólo llegaban los más capaces y mejor dotados, tras recorrer sin mácula el “cursus honorum” (es decir, tras pasar por todos los niveles de responsabilidad de la sociedad romana), a un desGobierno de advenedizos formado por perfectos iletrados y cuyo mayor mérito es su irrefrenable ambición de poder.
La única ilusión de futuro que aún sobrevive entre los españoles de bien es la de desalojar a esta “partida”, lo antes posible, de un poder que “okupan” desde la “operación” del 11 al 14-M, y que están empleando sin complejos para destruir todo aquello que en España es digno de amor y respeto.
Confiemos en que podamos conseguirlo antes de que arrasen hasta los cimientos todo aquello que los españoles amamos y, por eso precisamente, llamamos Patria.
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