Yo, mis guerras y la paz.
El ser humano es egoísta por naturaleza. Mi memoria no alcanza a recordar, cuando alguien, desinteresadamente hizo algo por mí. Déjenme que les cuente que yo, cada día, libro mil batallas, mil pequeñas guerras y sin embargo disfruto de PAZ. Cada mañana cuando suena el despertador empiezo mi batalla: apagarlo o dejarlo sonar, desayunar café o leche, subirme al coche para ir a trabajar y tener que luchar contra todos los locos que me encuentro en la carretera, llegar al trabajo y tener que librar una ardua batalla con jefes y compañeros, llegar a casa y enfrentarme sin descanso a la lucha diaria del estudiante, leer los periódicos y ponerme en pie preparado para luchar a favor de la persona. Y luego, tras estas guerras diarias, me dejo caer en la cama y doy gracias porque se lo que es la Paz, la Paz que puedo vivir y disfrutar a diario.
El otro día, mientras libraba mis diarias batallas, llamó una mujer a mi puerta, le abrí, iba con su maletín lleno de propuestas, su cabeza encapuchada y un arma en el bolsillo. “Buenos días buena señora, ¿en que le puedo ayudar?”, “chaval, hoy estás de suerte, vengo a ofrecerte un producto novedoso, se está comercializando en todo el mundo, en cada sitio con sus peculiaridades, pero nos lo están quitando de las manos”, me dijo esta señora. “Perdone, pero ¿quien es usted y cual es ese novedoso producto?”, le pregunté todo sorprendido. “Mira, yo soy un comercial de la Paz, y ese es el producto que vengo a ofrecerte”. “Muy bien le dije yo –y mientras intenté cerrarle la puerta, ella en un rápido movimiento movió su pié impidiéndomelo- ¿y en que consiste ese gran producto?”. “Es fácil de entender, veamos, nosotros te extorsionamos, te robamos, te volamos tus posesiones, te amenazamos de muerte, te cobramos por nuestra protección, nos reímos de tu miedo y nos aseguramos de saber dónde compras, dónde van tus hijos a clase, qué autobús coges para ir a trabajar…, en fin, es irresistible, y luego, te ofrecemos la Paz”. Sólo recuerdo “ayyyy” tras la puerta, igual le pillé el pié a la buena señora. Y me quedé pensando ¿qué Paz era esa que no respetaba la dignidad de las personas, la memoria de las víctimas, el derecho a la vida, el derecho a ser tratado con dignidad y respeto, la libertad de elegir, de tener unas ideas, de salir a la calle, la libertad de tener, y por encima de ella la libertad de ser?. ¿Qué libertad es la que se consigue negociando con el verdugo tras haber accionado este el mecanismo de la guillotina?. La paz no puede ir nunca después de la batalla. La paz, no es un contrato, ni un negocio, ni una foto, ni un escaño, ni un proceso, ni una tregua, ni una negociación, ni una capucha, es un estado natural del ser humano, en el cual disfruta de sus luchas y batallas diarias. La paz no se firma, simplemente se hace y se construye a diario, por lo tanto: detención, juicio y prisión, y dejadnos disfrutar nuestra PAZ.
“POR ELLOS”, POR TODOS ¡………! EN MI NOMBRE ¡NO!
El otro día, mientras libraba mis diarias batallas, llamó una mujer a mi puerta, le abrí, iba con su maletín lleno de propuestas, su cabeza encapuchada y un arma en el bolsillo. “Buenos días buena señora, ¿en que le puedo ayudar?”, “chaval, hoy estás de suerte, vengo a ofrecerte un producto novedoso, se está comercializando en todo el mundo, en cada sitio con sus peculiaridades, pero nos lo están quitando de las manos”, me dijo esta señora. “Perdone, pero ¿quien es usted y cual es ese novedoso producto?”, le pregunté todo sorprendido. “Mira, yo soy un comercial de la Paz, y ese es el producto que vengo a ofrecerte”. “Muy bien le dije yo –y mientras intenté cerrarle la puerta, ella en un rápido movimiento movió su pié impidiéndomelo- ¿y en que consiste ese gran producto?”. “Es fácil de entender, veamos, nosotros te extorsionamos, te robamos, te volamos tus posesiones, te amenazamos de muerte, te cobramos por nuestra protección, nos reímos de tu miedo y nos aseguramos de saber dónde compras, dónde van tus hijos a clase, qué autobús coges para ir a trabajar…, en fin, es irresistible, y luego, te ofrecemos la Paz”. Sólo recuerdo “ayyyy” tras la puerta, igual le pillé el pié a la buena señora. Y me quedé pensando ¿qué Paz era esa que no respetaba la dignidad de las personas, la memoria de las víctimas, el derecho a la vida, el derecho a ser tratado con dignidad y respeto, la libertad de elegir, de tener unas ideas, de salir a la calle, la libertad de tener, y por encima de ella la libertad de ser?. ¿Qué libertad es la que se consigue negociando con el verdugo tras haber accionado este el mecanismo de la guillotina?. La paz no puede ir nunca después de la batalla. La paz, no es un contrato, ni un negocio, ni una foto, ni un escaño, ni un proceso, ni una tregua, ni una negociación, ni una capucha, es un estado natural del ser humano, en el cual disfruta de sus luchas y batallas diarias. La paz no se firma, simplemente se hace y se construye a diario, por lo tanto: detención, juicio y prisión, y dejadnos disfrutar nuestra PAZ.
“POR ELLOS”, POR TODOS ¡………! EN MI NOMBRE ¡NO!
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