domingo, abril 02, 2006

Conde Pumpido, ¿ese hombre?

De todos es conocido que el Fiscal General del Estado se clasifica en dos categorías: el nuestro y el suyo.

El nuestro es un paradigma de la defensa de la Constitución, la legislación, las víctimas del terrorismo, es garante del Estado de Derecho y es máximo exponente de lo que en un país serio sería un jurista de reconocida competencia. En cambio, el suyo es viva imagen del sectarismo más atroz, desvirtuador de la ley, sicario político al servicio del gobierno, amigo del delincuente y politizador de la justicia.

Dicho esto, espero que se capte la ironía...

Pues con la llegada de Rodriguez I el Traidor a la Moncloa, surge una tercera especie: Conde Pumpido.

Este sujeto se caracteriza no ya por su sesgo político. Ni por su genuflexión al gobierno. Tampoco por su deforme visión de la acción de la Justicia. No. Este sujeto, al mismo nivel que los fiscales de describe Alexander Solzhenitsyn en Archipiélago Gulag, en su última iniquidad, pide respeto y prudencia ante la excarcelación de Otegui.

Cuando Eligio Hernandez usurpó el puesto de Fiscal General, en plena caza de brujas contra Marino Barbero, magistrado del Tribunal Supremo instructor del caso Filesa, tuvo el decoro de no salir todos los días a los medios diciendo mezquindades y ruindades de este calibre.

Ilustrisimo Señor Fiscal General del Estado: si aun tuviera un poco de vergüenza, se mantendría callado en su complicidad con el gobierno, en la destrucción de España y la humillación a los casi 1000 muertos causados por el terrorismo.

Pero eso de la vergüenza no lo conocen los socialistas ni aunque se tropezaran con ella en la calle.


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