"Alianza de civilizaciones" en Siria, Irán y Líbano
Estos últimos días hemos asistido al vergonzoso espectáculo de la quema de consulados occidentales en Siria y Líbano, a consecuencia de unas caricaturas de Mahoma aparecidas en un diario danés. Una vez más vemos como se las gastan los fanáticos musulmanes, capaces de estrellar un par de aviones contra rascacielos llenos de gente inocente, mandar niños a inmolarse con cinturones bomba o dictar una condena de muerte contra un escritor por considerarlo antiislámico (caso Salman Rushdie). Los mismos musulmanes con los que zETAp pretende hacer una "Alianza de Civilizaciones" (mejor llamarla "Alianza de incivilizados"), campaña para la cual sólo ha obtenido el apoyo de países como Irán (el mismo Irán que supone una amenaza nuclear en estos momentos y que pretende el exterminio de todos los israelíes) o Mongolia.
Los retroprogres salen en defensa de los islamistas diciendo que "tenemos que respetar sus creencias", pero no hicieron lo mismo cuando se estrenó la obra "Me cago en Dios" en el Círculo de Bellas Artes de Polanco, o cuando en Canal + (ahora Cuatro), cadena de Polanco, se enseñaba a cocinar un crucifijo. O cuando Carod-Rovira hizo burla del Cristianismo, poniéndose una corona de espinas en Tierra Santa. Propugnan el respeto para la religión musulmana (que ya hemos visto como se las gasta) pero no el respeto para la religión católica, a la que se puede vejar (y recordemos que en los años 30 el PSOE y ERC asesinaban religiosos católicos y quemaban iglesias, afortunadamente no lo hacen en la actualidad, al menos de momento).
Y para echar más leña al fuego, la Liga Árabe Europea (LAE) ha publicado caricaturas antisemitas "para compensar". Caricaturas como Anna Frank acostándose con Hitler, o una imagen cuestionando el Holocausto.
Esperemos que las democracias occidentales no cedan ante la barbarie de los islamistas, fanáticos que viven anclados en el siglo XV y que pretenden la destrucción de Occidente, sólo por que no profesamos la misma religión que ellos. Por que está en juego no sólo nuestro modo de vida, sino nuestra propia existencia.
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